יום שני, 11 באפריל 2016

Metsora, aliah de viernes, Iesod en la semana

Metsorá, aliah de viernes, Iesód en la semana. Vaikra-Lev. 15,28: "Y si se (recuperó y) purificó de su flujo, y contará para sí siete días, y luego se hará pura".
Hablamos de una mujer, y por fuerza de metáfora, de todas las creaturas, que se hallan del lado receptor de parte del Creador que nos da vida de continuo. La mujer tiene flujo fuera del normal, su cuerpo expulsa el regalo que está destinada a retener dentro de sí para crear y alimentar. Ante todo, habrá de devolver la abundancia fluyente de su Iesód a bajo el reglamento riguroso de la Guevuráh. "Y si se purificó de su flujo, y contará para sí siete días, y luego se hará pura" -nuestro verso entero, con valor 2413-, y en su purificación -enmienda y purificación de la creación toda- se renovará el pacto del mundo [Bereshit-Gen. 9,14] "y será a mi nublar nube sobre la tierra, y se verá el arco en nube (el arco iris)", y la conducción de la creación por medio del rigor se endulzará hasta el punto de rajamím-misericordia completos, [Shemot-Ex. 34,6] "y pasará Hashém sobre sus faces y llamará: Hashém, Hashém, deidad misericordioso y agraciado, tardío de furia y abundante en piedad y verdad". Y ya no se humillarán por medio de que [Tehilim 73,9] "pusieron en los cielos sus bocas, y su lengua se pasea en la tierra" (que se atrevieron a argüir hacia lo Alto, al tiempo que sus lenguas y sus almas perviven en la terrenalidad más baja); y no temerás más (Ez. 16,63) "de ante tu iniquidad, en mi expiar para tí por todo lo que hiciste" ("mipnéi klimatéj bekaprí láj 'al kól Ashér 'asít"); y sobre la constancia en no volver a caer, se apoyará la bendición: "y contará para sí siete días, y luego se hará pura" ("vesafráh láh shiv'át iamím veAjár tithár" = 2087), pues [Prov. 27,5] "mejor una reprensión revelada que un amor oculto"; y de aquí en adelante, está prohibido que olvide todo cuanto hay (Bereshit-Gen. 6,17) "debajo de los cielos, todo lo que en la tierra" ("mitájat hashamáim kól Ashér baArets"): que (Ez. 28,2) "puesto que se enalteció tu corazón y dirás: una deidad soy, en el asiento de E-lokím me siento" ("iá'an gaváh libjá vatoMár El Aní mosháv E-lokím iashávti"), acaso justamente (Sam.2 21,12) "en el día en que azotaron-vencieron los filisteos a ShaUl" ("beióm hakót plishtím Et shaUl") se abrió la posibilidad que tomó David y se levantó (Sam.2 6,12) "y subirá el Arón-tabernáculo del E-lokím de la casa de ovéd Edóm a la ciudad de David con alegría" ("vaiá'al Et Arón haE-lokím mibéit 'ovéd Edóm 'ír davíd besimjáh"), y también podría haber sido distinto, menos doloroso, o incluso no doloroso en absoluto. Y una y otra vez, cada vez con dibujo y escenografía distintas, nos paramos y vemos (Crón.2 33,7) "el ídolo simbólico que hizo en la morada del E-lokím" ("Et pésel hasémel Ashér 'asáh bevéit haE-lokím"), en cada ocasión un traidor, opresor, conductor a la perdición distinto. Y cada vez que veas aflicción y pérdida y fracaso, en el individuo, en el colectivo de Israel, en todo otro colectivo hasta el más grande no enmendado con rectitud, sabe que él (Tehilim 35,8) "no sabrá, y su red que enterró, lo atrapará" ("ló iedá' verishtó Ashér tamán tilkedó"). O como dice este mismo verso, ahora entero, que por pura y maravillosa supervisión divina hecha números amigos saltó frente a mis ojos: [Tehilim 35,8] "le vendrá una shoAh: no sabrá, y la red que enterró le atrapará, en una shoAh que caerá en ella". Hemos sabido ya de ello. ¡Despierta, mundo! ¡Despierta, Israel!



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