יום ראשון, 15 בנובמבר 2015

Vaietsé, aliah de lunes, Guevurah en la semana

Vaietsé, aliah de lunes, Guevuráh en la semana. Bereshit-Gen. 29,11: "Y besará Iaakóv a Rajél, y elevará su voz, y llorará".
Una escena que retorna sobre sí misma, cada vez de un modo distinto. Eliézer, siervo de Avrahám, halla y reconoce a Rivkáh junto al pozo del manantial, y se conduce hacia ella con gran honor y generosidad en nombre de su amo. Iaakóv halla a Rajél junto al pozo del manantial, y no porta consigo nada que no sea su enorme fe y apego a Hashém, y se dirige a ella: la abraza, la besa, y llora. Algunas generaciones más tarde, hallaremos aún a Moshéh, que conocerá a Tsipórah junto al pozo del manantial, y se levantará a defenderla de los demás pastores.
Iaakóv ve a Rajél; naturalmente, ambos conocen bien la historia del encuentro de Eliézer con Rivkáh, y ambos sienten con gran fuerza el modo en que aquel acontecimiento vuelve a tener lugar, sólo que de modo mucho más completo y directo. El lenguaje de la Toráh casi resbala hacia la unión de sus almas. Un momento antes está escrito que Iaakóv dará de beber ("vaiáshk") al rebaño de Laván, a las ovejas; en hebreo, oveja es "rajél".  En seguida, "y besará" ("vaíshak", con las mismas letras en el mismo orden que "vaiáshk") Iaakóv a Rajél. Las mismas letras que antes dan de beber a las ovejas, besan a Rajél, que representa a la oveja. Y el beso es acompañado por llanto, por lágrimas que manan, para darle acaso de beber. Porque Iaakóv es un hombre íntegro, completo, que camina con inocencia ante Hashém. Ya ha llegado a los 77 años, y siempre cuidó de su sacralidad y su pureza. Acerca de lo dicho en el canto de Israel junto al Mar Rojo (Shemot-Ex. 15,2) "Es mi E-l y lo embelleceré" ("zéh E-lí veAnvehu"), dicen nuestros sabios en la guemará (Shabat 133b) "embellécete ante El con mitsvót": que se esfuerce el hombre en cumplir del modo más completo las mitsvót-preceptos que le tocan, que les agregue belleza, y haga sus méritos deleitables ante Hashém. 
Y Iaakóv ve la belleza espléndida de Rajél, y comprende que ella es su pareja, que justamente en ella y con ella podrá cumplir la misión sublime que le toca. Dice al respecto rabi Tsví Elimélej de Dinov (Agra deKaláh, hojas 88b-89a) que Iaakóv, de tan grande que es su sacralidad, no comprende siquiera que haya en ello (en su beso espontáneo a primera vista) algo abominable para la moral del mundo, sino que se ve y se siente besando en público aquéllo en que se investirá su sacralidad, con rectitud e integridad.
Iaakóv refleja la cualidad de tifEret, la verdad y el equilibrio armónico y la salud, que se traduce en justicia y en shalóm; y tiene la índole del sol, que ilumina a cuanto alcanza su influjo. Rajél refleja la cualidad de la Maljút-Reinado, que tiene la índole de la luna, toda cuya luz la tomará del sol; Rajél será la shejináh (la presencia revelada de Hashém), la tierra misma, que recibe su sustento de los cielos. "Y besará Iaakóv a Rajél" ("vaíshak ia'akóv lerajél" = 866) dice que (Jue. 5,4) "la tierra se estremeció" (o hizo un gran ruido, "Erets ra'asháh") por la emoción, por la revelación de los cielos sobre sí, (Ec. 1,5) "y brilló el sol" ("vezaráj hashémesh") que es Iaakóv, que siente en ese momento los conductos que se abren a su luz, para iluminar por fin a la tierra, para hacerle bien. Cual si apenas un instante antes había oscuridad sobre la tierra, y suplicaron las creaturas (Devarim-Deut. 30,12) "quién subirá  por nosotros al firmamento y la tomará para nosotros" ("mí ia'aléh lánu hashamáimah vikajéha lánu"), y despertó para ellos una oportunidad propicia de lo Alto para ordenar al sol en tifEret: (Ez. 39,17) "y tú hijo de Adám, así dijo Adon-ái Hashém" ("veAtáh ben Adám kóh Amár Adon-ái Hashém", primero el nombre Alef-dalet-nun-iod que representa a la Maljút, porque el despertar de la unión proviene en realidad de ella, de la tierra, y por mérito de ella iluminará el sol, con el nombre Hashém de la misericordia); y la orden es clara: (Lam. 3,20) "evocar-activar evocarás-activarás" ("zajór tizkór"), bendecir con su influjo a Rajél, a la tierra, dos veces, tanto en lo bajo como en lo Alto.
Besará a Rajél, y en la continuación del mismo acto, "y elevará su voz, y llorará" ("vaisá Et koló vaiévk" = 892), que pidió (Reyes2 21,22) "a Hashém el E-lokím de sus ancestros" ("Et Hashém E-lokéi Avotáv"), y vio, y anheló (Ez. 48,29) "a las tribus de Israel" ("leshivtéi israEl"), su descendencia sagrada, piedra fundamental de la nación. Porque Iaakóv, el más completo de los tres, acude a rectificar las carencias naturales del Jésed-piedad de Avrahám y de la Guevuráh-rigor de Itsják, combinándolas en una revelación nueva de verdad sublime y brillante, en la que todo es bueno, no sólo que todo es interpretable para bien sino que todo es sencilla e inmediatamente bueno: "Y besará Iaakóv a Rajél, y elevará su voz, y llorará" -nuestro verso entero con valor 1758-, como lo dicho para él: [Job 1,11] "Y aún envía ahora tu mano y toca todo lo que tiene, (y verás) si no sobre tus faces te bendecirá", porque Iaakóv realmente bendecirá y agradecerá a Hashém en toda situación y bajo cualquier circunstancia. Y junto con ello, en la misma medida en que aprendimos de Rabi Najman que hay que retornar en teshuváh a cada momento, haciendo teshuváh también por la teshuváh imperfecta del momento anterior, hallaremos aquí a Iaakóv que comprende que su plegaria fue recibida y lo que pidió ya está dispuesto para él; y la besará, y elevará inmediatamente su voz en plegaria renovada, más elevada aún, como dice: [Tehilim 5,3] "Atiende a la voz de mi súplica, mi rey y mi E-lokím, porque a tí elevaré mi plegaria".


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