יום שני, 30 בנובמבר 2015

Vaieshév, aliah de martes, tifEret en la semana

Vaieshév, aliah de martes, tifEret en la semana. Bereshit-Gen. 37,23: "Y será cuando vino Ioséf a sus hermanos, y despojarán a Ioséf de su túnica, de la túnica a franjas que sobre sí".
La majestad del verdadero rey permanecerá indemne, también sin el manto u túnica real. Veamos entonces -dijeron los hermanos de Ioséf- si también sin su túnica continuará conduciéndose con majestad, o si acaso él sólo actúa desde la apariencia que le dan sus vestiduras, y cuando esté desnudo de ellas, gemirá y gritará como un menesteroso que se siente carente de todo, y suplicará; y todo el sueño de su realeza caerá, como cae una prenda de quien no es digno de vestirla.
En su corazón, Ioséf ya disculpó y perdonó a sus hermanos por todo lo que habrá de vivir, a partir de lo que ellos hacen en este mismo momento. "Y será cuando vino Ioséf a sus hermanos, y despojarán a Ioséf de su túnica, de la túnica a franjas que sobre sí" -nuestro verso entero con valor 5105-, que nos traslada a Job en sus días felices, cuando [Job 1,5] "y será cuando se completaron los días de la fiesta, y enviará Job y los consagrará; y se levantó por la mañana y elevó ofrendas completas en número de todos; porque dijo Job: acaso pecaron mis hijos y blasfemaron hacia E-lokím en sus corazones. Así hará Job todos los días"; y así hará Ioséf, que es conciente de la necesidad trascendental de la unidad, y pedirá expiar por las acciones erradas de sus hermanos, para traerlos en la realización de sus propios sueños hacia bajo su gobierno, fuera de la tierra de Israel.
Hay algo mareante en el desarrollo de los acontecimientos. Sobre la pantalla del evento puntual, vemos ya chispazos de cuanto sucederá en el futuro como consecuencia directa de ésto. "Y será cuando vino Ioséf a sus hermanos" ("vaiehí kaAshér bá ioséf El Ejáv" = 767), él se ofrenda a sí mismo concientemente como (Vaikra-Lev. 1,9) "oláh (sacrificio que se quema por completo para Hashém), fuego que hace aroma placentero a Hashém" ("'oláh Ishéh réaj nijóaj laHashém"), él cayó al pozo para llegar a confortar (Bereshit-Gen. 39,22) "a todos los presos" ("Et kól haAsirím") en Mitsráim, y aún para ser llevado luego (Bereshit-Gen. 12,15) "a la casa de Faraón" ("béit par'óh") para volverse regente, y multiplicarse por fin en (Jos. 21,16) "las dos tribus éstas" ("shnéi hashvatím haEléh"), Efraím y Menashéh; y también por ésto le celan y envidian sus hermanos, que saldrá una tribu de cada uno de ellos, y dos tribus de éste que viste la túnica a rayas. Y Ioséf llora, porque comprende que por el acto mismo de la persecución de que le hacen objeto sus hermanos, un día se levantarán enemigos que no había ninguna necesidad en la creación de ellos, (Devarim-Deut. 1,44) "y les perseguirán" ("vairdefú Etjém") y les hostigarán, pues para ello habrán sido creados. (Zac. 1,17) "Y confortó Hashém aún más a Tsión" ("venijám Hashém 'ód Et tsión"), que es la cualidad de Ioséf, mientras él decía (Tehilim 8,2) "Hashém nuestro Amo, cuán grande es tu nombre" ("Hashém Adonéinu máh Adír shimjá"), pues aún (Tehilim 37,39) "en ocasión de estrechez-penuria", (Tehilim 92,5) "en-por las acciones de tus manos cantaré" ("bema'aséi iadéja Aranén"). 
Los hermanos de Ioséf erran en cuanto el modo en que entienden la relación entre significante ("mashál") y significado ("nimshál"), y evalúan que despojar a Ioséf de la "túnica a franjas que sobre sí" ("któnet hapasím Ashér 'aláv" = 1060), despojará naturalmente a su descendencia de la promesa según la cual (Jos. 16,4) "y recibirán parcelas los hijos de Ioséf, Menashéh y Efraím" ("vainjalú bnéi ioséf menashéh veEfraím") , ambas tribus, cada cual por separado. Mas Ioséf, (Jer. 23,28) "el profeta que consigo (hay un) sueño" ("hanaví Ashér Itó jalóm"), sólo está preocupado por conducir a que retorne (Jos. 24,31) "y rinda culto Israel a Hashém" ("vaia'avód israEl Et Hashém") sólo, sin desvíos como el presente, para iluminar al mundo.
Así, como muchas veces sucede, la opresión y la pena despiertan coraje, y aquéllo que no tenía la menor probabilidad de ocurrir se manifiesta de pronto en la realidad. "Y despojarán a Ioséf de su túnica, de la túnica a franjas que sobre sí" ("vaiafshítu Et ioséf Et kutantó Et któnet hapasím Ashér 'aláv" = 4338), y entonces, contra todo raciocinio sensato, en el extremo de la presión, [Shemot-Ex. 1,17] "y temerán (o reverenciarán) las parteras al E-lokím, y no hicieron como dijo a ellas el rey de Mitsráim, y harán vivir a los niños"; diga y haga lo que quiera el opresor, nosotros no nos desviaremos del bien que nos ordenó Hashém. Acerca de ésto dirá muchos años más tarde el profeta: [Ez. 44,9] "Así dijo Hashém E-lokím: todo hijo extaño, incircunciso de corazón e incircunciso de carne, no vendrá a mi Templo; para todo hijo extraño que hay dentro de los hijos de Israel". Que hay también dentro de Israel ese que llamaremos "hijo extraño", que es hijo, pero a los efectos prácticos es un extraño: primero, el incircunciso de corazón, aquél que no se enmendó y pulió en la cualidad de "corazón bueno", y no grabó en su corazón la ley de E-lokím que es toda bien, y al final, también quien se abstuvo de ingresar al pacto de Hashém, que demanda también cortar el prepucio del órgano sexual. El tikún-enmienda de ambas condiciones es precisamente el hilo conductor trascendental de Ioséf, que comienza a desplegarse a partir de este evento que le resultará a la postre bendito, para convertirse en el celoso cuidador del pacto sagrado para todas las generaciones del mundo.


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