יום שישי, 2 באוקטובר 2015

Vezót habrajáh, aliah de shabat kodesh, Maljut en la semana

Vezót habrajáh, aliah de shabát kodesh, Maljut en la semana. Devarim-Deut. 34,9: "Y Iehoshúa bin-Nun está lleno de espíritu de sabiduría, porque puso Moshéh sus manos sobre él; y le atendieron los hijos de Israel, e hicieron-harán como Ordenó Hashém a Moshéh".
Moshéh lega el bastón de mando a Iehoshúa, antes de que ingrese el pueblo de Israel a su tierra. Ha llegado el momento de un liderazgo distinto: Moshéh condujo al pueblo en sus travesías por el desierto, cuando el E-lokím los dirigía con luz revelada, y vencía en las guerras para ellos, y les bajaba alimento cada día desde el cielo. Frente a Moshéh, que representa al sol, Iehoshúa es como la luna, que refleja hacia bajo la luz que recibe de lo Alto; su conducción será para Israel como un aterrizaje en los caminos de este mundo, en sujeción a los cuales nos llevará a conquistar la tierra, a repartirla y asignarla por sorteo a todas las tribus de Israel, a asentarnos en ella. A plantar, abonar, regar, cosechar, almacenar. A criar y pastorear los rebaños. A elevar a Hashém sacrificios y ofrendas. Iehoshúa necesita para ello una enorme sabiduría práctica: entendimiento-bináh, desde un aire de sabiduría-jojmáh. El pueblo está habituado a una vida por encima de las leyes naturales, y el tikún-enmienda que le toca para merecer (y proyectar hacia el mundo todo) una gueUláh-redención completa, pasa por la adaptación de las leyes de la tierra a las que rigen los cielos: la estructura de esta enmienda es la misma que le hará pasar el terapeuta a quien no asume su realidad: le guiará a aceptarla sobre sí como axioma, y desde ahí en adelante a jugar con las variables disponibles. Si no por mi pacto día y noche, leyes de firmamento y de tierra no habría puesto, dirá Hashém (Jer. 33,25). Para traer al mundo hasta su enmienda en el pacto de Hashém, las leyes de la tierra deben elevarse hasta el nivel de las leyes de los cielos: es sólo otro modo de decir que el hombre debe enmendar sus cualidades propias, para semejarse a su Creador.
El rol del líder que conduce al pueblo a incidir en este sentido sobre el mundo entero, es el rol del rey mashíaj. Iehoshúa necesita elevarse hasta estar "lleno de espíritu de sabiduría" ("malé rúaj jojmáh" = 358), hasta estar en condición de (Lam. 4,20) "ungido" ("mashíaj"), hasta la conciencia de (Bereshit-Gen. 46,23) "Jushím" hijo de Dan hijo de Iaakóv, el que se eleva por encima del engaño de los sentidos, que se vuelve sordo para que lo que hay para oir no le confunda, y corta la cabeza del malvado Esáv que pretende impedir el entierro de su hermano Iaakóv en la cueva de Majpeláh. El mashíaj vendrá a evocar a cada instante el (Bereshit-Gen. 2,11) "nombre del Uno" ("shém haEjád"), (Devarim-Deut. 20,2) "y hablará al pueblo" ("vedibér El ha'ám") en Su nombre, y si el pueblo atiende a sus palabras para rectificarse con su Toráh, (Is. 42,13) "Hashém como un guerrero valiente saldrá" ("Hashém keguibór iatsá") delante de él en todas sus lides, tal como hizo en el desierto. Y como siempre: lo dicho respecto del colectivo, comprendido sea respecto del individuo, respecto de cada quien.
Recibir "espíritu de sabiduría" ("rúaj jojmáh" = 287), implica llegar a sentarte como Shlomóh-Salomón (Reyes1 1,46) "sobre la silla del Reinado" ("'al kisé hamlujáh"), en el trono. Eso no lo logra uno solo, por sí mismo, sin un punto previo al que aferrarse en lo material. Aquél que cuenta con espíritu de sabiduría iniciará a su discípulo; quien tiene las llaves, las pasará, o las duplicará, al modo de la candela que enciende otra candela sin perder nada en el camino, para su iniciando, su discípulo, su jasíd. 
Y Moshéh completa este proceso sobre Iehoshúa en el momento en que "puso Moshéh sus manos sobre él" ("samáj moshéh Et iadáv 'aláv" = 1012) y ofreció toda la bendición que pende sobre él (Bereshit-Gen. 15,10) "al encuentro de su colega" ("likráT re'éhu"), al encuentro del hombre digno de recibir de él y dar continuidad a su camino, cual le dijo que desde ahora (Shemot-Ex. 7,2) "tú hablarás" ("Atáh tedavér") porque llegó el momento de que ya (Bamidbar-Num. 10,1) "no iré sino a mi tierra y a mi matria" ("ló Eléj ki Im El Artsí veEl moladtí"), hacia mi raíz y el origen de mi alma en el firmamento, (Is. 60,15) "y te pondré por gran sabio del mundo" ("vesamtíja legueOn 'olám") para iniciar tras de tí -aptos ya para gobernar incluso bajo las leyes naturales- a todos (Ezra 2,20) "los hombres del pueblo de Israel" ("Anshéi 'am israEl"), aquéllos que (Is. 29,19) "en el sagrado de Israel festejarán" ("bikdósh israEl iaguílu"), y desde ahí, enseñarán a todos los que anhelan redención que (Jer. 13,23) "también vosotros podréis incidir con bien" ("gam Atém tujlú leheitív") desde la misma fuente de la que se nutre Israel para hacer bien. No nos asombre que, juntos, "Moshéh Iehoshu'a" = 736, en los extremos del primer salto existencial del pueblo de Israel -y ellos mismos, inauguración conceptual de su liderazgo nacional-, compartan el valor del (Shemot-Ex. 30,26) "tabernáculo del testimonio" ("Arón ha'edút", en que se guardan las tablas del pacto y el envase con el mán-maná), cuidado para la eternidad. 
Y le oyeron los hijos de Israel, "e hicieron como Ordenó Hashém a Moshéh" ("vaia'asú kaAshér tsiváh Hashém Et moshéh" = 1786), para ganar de ello la bendición poderosa y sublime, que otorga gran poder y responsabilidad al hombre: (Bamidbar-Num. 22,6): "lo que tú bendigas, será bendito" ("Et Ashér tevaréj mevoráj"). Sólo una vez más en la Toráh, muchos años atrás (en Shemot-Ex. 39,1) aparece escrito "e hicieron-harán como Ordenó Hashém a Moshéh" ("vaia'asú kaAshér tsiváh Hashém Et mosheh"), y es cuando cumplieron con las instrucciones precisas para confeccionar las vestimentas del sumo sacerdote, que vestiría para servir en el oficio sagrado. Y ahora, cuando debieron consignar su fidelidad, por primera vez, en la transferencia de poder de uno a otro líder. Ambas veces, con la mayor exactitud, en la coronación de quienes conducirán al pueblo: el cohén-sacerdote que eleva la súplica y la expiación de todos al firmamento, y el rey, que baja a tierra las leyes y bendiciones de los cielos. Ese que tiene capacidad de convertir cada día en ocasión de kipurím-expiaciones, y el que nos recordará en toda situación, aún cuando vivamos en palacios y contemos con gran riqueza y poderío en nuestras manos, que conviene a nuestra dignidad dormir en una sucáh, evocar la precariedad de este mundo, experimentar la bendición de la vida que se renueva en nosotros a cada instante. Y ambas situaciones son en realidad sólo una, "de ida y vuelta" ("ratsó vashóv" = 611 = "Toráh").
Y de retorno a nuestros días, a nosotros hoy, "y Iehoshúa bin-Nun está lleno de espíritu de sabiduría, porque puso Moshéh sus manos sobre él; y le atendieron los hijos de Israel, e hicieron-harán como Ordenó Hashém a Moshéh" -nuestro verso entero, en su valor 4283-. Y te sentarás en el beit haknéset (sinagoga) o en el campo u en tu casa, y te hallará un pensamiento que va donde las palabras de Hashém en el profeta: [Ez. 37,11] "y me dijo: Hijo de hombre, los huesos esos son toda la casa de Israel; he aquí que dicen (que) se han secado nuestros huesos, y se ha perdido nuestra esperanza, hemos sido sentenciados". Y si es así, no hay ya razón ni móvil para nuestro esfuerzo, puesto que estamos perdidos por causa de lo que ya hemos vivido, de lo que ya hemos hecho. Hemos sido sentenciados. Aún estamos vivos, mas provisto que la elección, el albedrío, ha perdido vigencia para nuestra suerte (y sólo la libertad merece el nombre de vida), seamos considerados muertos, muertos y enterrados, huesos secos.
Y ésto subió a tu pensamiento porque comenzaste a distinguir la presencia del bien frente al mal, comenzaste a articular pensamientos rectos de teshuváh; pues comenzaste a renegar de la necedad (enemigo mortal del espíritu de sabiduría) que se apoderó de tí, y no hallas salida y salvación para tu alma. Así, añorarás de inmediato la oportunidad de elegir, tal como la tenías cuando erraste. Y he para tí, en la continuación a las palabras que Hashém puso en boca de Iejezkél-Ezekiél: Heme que abro vuestros sepulcros (el modo de conciencia en que os visteis cual enterrados), y os elevaré de vuestros sepulcros, mi pueblo, y os traeré a la tierra de Israel (que es como abrir los ojos a una conciencia más amplia, y develar los instrumentos para merecer y abrazar la tierra misma de Israel). Y sabréis que Yo soy Hashém cuando abra vuestros sepulcros (cuando abra vuestros ojos, porque os habéis tornado aptos de recibir luz), y os elevaré de vuestros sepulcros, mi pueblo. Y daré mi espíritu en vosotros, y viviréis y os pondré sobre vuestra tierra, y sabréis que Yo soy Hashém, que Hablé-hablaré e Hice-haré; palabra de Hashém. Hasta aquí el profeta. Oportunidad de vida para arribar a la misión, para aquéllos que son vistos como muertos, que hicieron mal que es como muerte, por error.


Y éste es el secreto de todo el proceso, en víspera de Iom Kipúr, del día de expiación, de toda oportunidad de expiar: aún desde una situación en que no sólo pareciera que estás muerto, sino que incluso tus huesos se han secado ya, hay una oportunidad de resurrección, de levantarte a vida nueva. Basta con que logres tomar conciencia de todo aquéllo en que erraste, de todo en lo que te desviaste, y de pronto te asustarás y te llenarás de pesar en lo profundo de tu corazón por cuanto desperdiciaste la oportunidad de tu vida, la oportunidad que tu vida misma representa: hay esperanza para tu continuación, y hay entonces un endulzamiento instantáneo para tí desde los cielos, porque no hay nada más dulce ante Hashém que la teshuváh-arrepentimiento hacia dentro, y la tefiláh-plegaria hacia lo Alto, y la tsedakáh (caridad, entrega, piedad activa) hacia el prójimo, hacia tu mundo; y para enseñarte acerca de ello en tu tierra, en situación de vida material rectificada, vino Iehoshúa, a darte en heredad eterna una oportunidad para el Amor. Y justo a tiempo, en el lugar preciso, como cada vez que terminamos de estudiar uno de los libros de la Torah: ¡Fuerza, Fuerza, y seremos Fuertes!, que la Toráh nos ilumina y nos hace fuertes. Feliz año de bendición y amor preciso para todos.

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