יום שלישי, 6 באוקטובר 2015

Bereshit, aliah de shabat kodesh, Maljut en la semana

Bereshit, aliah de shabat kodesh, Maljut en la semana. Bereshit-Gen. 6,8: "Y Nóaj halló gracia a los ojos de Hashém".
Diez generaciones pasaron desde la creación del mundo, y la humanidad se fue corrompiendo más y más. La miopía egocentrista (antropocentrista) venció a la conciencia de lo colectivo; la búsqueda del placer instantáneo se sobrepuso a la construcción compartida. Había en manos del hombre herramientas poderosas que le habilitaban a obrar portentos, el ejército de los cielos (los ángeles en sus distintas misiones y categorías) honraban al hombre y le servían por mandato divino. Y el hombre despreció al Creador, imaginando que cuanto había en sus manos le pertenecía de modo indeclinable, cual si el Creador hubiera transferido la administración de su creación a sus ministros en lo Alto, y potencias puso en manos de los hombres para que controlasen a los ángeles al mando; de modo que les llevó su delusión a creer que ya no había razón ni provecho en la supedición y el culto al Absoluto, sino que era oportuno tomar de El el báculo de la realeza y disfrutar del control de todos los recursos naturales a su antojo. 
Sólo mal todo el día, halla el Creador en el hombre, unos pocos versos más arriba. Espíritu de separación, de desconexión. Inflación imaginaria de la condición de los mortales frente al Creador incondicionado y eterno. Sólo una anulación de esa conciencia humana degradada y mezquina frente a la conciencia de un Creador justo y una finalidad trascendental para su creación, devolverá rumbo decente a la humanidad, y conducirá al mundo a su enmienda. "Y Nóaj halló gracia a ojos de Hashém" ("venóaj matsá jén be'einéi Hashém" = 421).
Nóaj (nun-jet) refleja la gracia (jén, jet-nun) de E-lokím. El hablará (Shemot-Ex. 19,19) "y el E-lokím le responderá en voz" ("vehaE-lokím ia'anénu bekól"), y tiene conciencia profunda de que tal como él haga, así (Shemot-Ex. 21,31) "se le hará" ("ie'aséh ló"). El comprende que no hay provecho ni futuro al mal que gobierna en su generación, y se dirige a sus contemporáneos diciendo (Devarim-Deut. 5,5) "yo estoy parado entre Hashém y vosotros" ("Anojí 'oméd bein Hashém uveineijém"). Su generación pretende robar, expoliar al Amo de todo hecho; y no (Prov. 3,31) "por medio de un hombre de robo-expoliación" ("beIsh jamás") se salvará la tierra. (Jue. 5,25) "Aguas pidió" ("máim shaAl") mas (Sam.2 10,1) "para salvación" ("leieshu'áh"), aguas vivificantes, y entretanto se empeñará en llamar a los hombres que lo ven como a un loco: (Tehilim 90,3) "Retornad, hijos de Adám" ("shúvu bnéi Adám"). Mas el corazón de los hombres se ha inclinado hacia el mal, y entonces, incluso el flujo bendito de que disfruta la tierra se convierte en herramienta de mal (como cualquier remedio, si se lo acompaña de lo que es incompatible con él, llegará a matar cuando podía curar), (Reyes2 2,19) "y las aguas son malas" ("vehamáim ra'ím") pues malo es quien las recibe; y Nóaj verá en sus días que (Is. 24,4) "se enlutó y se descompuso la tierra" ("Avláh navláh haArets").
¡Si es todo tan claro!. "Y Nóaj" ("venóaj" = 64), es el (Devarim-Deut. 17,8) "juicio" ("dín"): él solo (Nóaj) representa a la gracia (jén) y a la piedad y la misericordia, pero la letra vav ("y") de la conjunción (que precede aquí a su nombre y le suma 6), el hecho de ser sumado y tocarle ser parte de un colecivo que no anhela rectificar su camino, convierte a su buena condición en algo que despierta al rigor divino sobre todo el mundo. Una congregación que empeña sus esfuerzos en robar al Creador, será leve a sus ojos el robo y la injusticia entre el hombre y su prójimo, y la impronta de E-lokím (con que fue creado el hombre) se desvanece de los hombres, menos de Nóaj mismo, cuya imagen adviene de suyo -y contra su propia voluntad- en fiscal, testigo de la acusación, frente a toda la creación.
Y él "halló gracia a ojos de Hashém" ("matsá jén be'einéi Hashém" = 357); (Shemot-Ex. 6,27) "es Moshéh" ("hú moshéh") para su generación, sólo que no hay quien atienda a su voz que anunciará que (Is. 22,15) "así dijo Hashém E-lokím" ("kóh Amár Alef-dalet-nun-iod Hashém"): (Jer. 5,29): "¿acaso sobre éstos no regiré?" ("ha'al Eleh ló Efkód"). El rehúsa sentarse (Job 34,8) "con hacedores de iniquidad" ("'im po'aléi Aven"), y no le restará sino aislarse de la congregación por orden de Hashém, (Shemot-Ex. 24,18) "y subirá a la montaña" ("vaiá'al El hahár"), o sea al arca, para salvar siquiera la imagen de (Is. 13,7) "Enósh", de hombre correcto, sobre la faz de la tierra.
El halló gracia a ojos de Hashém, con valor 357. Es "mashíaj" = 358, menos uno (también como Moshéh, que es potencialmente mashíaj, y debía entrar a la tierra de Israel y construir un Templo que sería eterno, y por las faltas de su generación le fue impedido). No hay a quien salvar. No es posible redimir a quien no desea despertar a la verdad y enmendar lo profanado. No obstante, hay esperanza tras él. De él dará inicio una era nueva, y todo es para bien. 
Al igual que es necesario en toda enmienda-tikún (tal como nos enseñó el Baal Shem Tov), hay que pasar por las etapas de Hajnaáh-sumisión, Havdaláh-discriminación y Hamtakáh-endulzamiento. La sumisión, el sojuzgar nuevamente a la creación toda al único poder real, vendrá en las letras que encabezan cada palabra de nuestro verso: vav-mem-jet-bet-iod = 66, "con juicio" o "con rigor" ("badín", al decir de la mishnáh en Sanhedrín 10,13) para someter nuevamente al mundo a su Creador. En la segunda etapa, las letras que están dentro de las palabras (entre el encabezamiento y el final), nun-tsadik-'ain-iod-nun-hei-vav = 281, que valen como (Bamidbar-Num. 12,13) "rapé" (reish-pei-Alef), la raíz de la curación, de la sanación, pues tras el golpe, habrá que dejar atrás cuanto fue (desconectar al pasado del sistema de causas y consecuencias y comenzar de nuevo) y curar al mundo justamente con la herramienta especial de endulzamiento de todo, en las letras culminantes de cada palabra de nuestro verso jet-Alef-nun-iod-hei = 74, ésto es, (Is. 16,5) "con piedad-amor" ("bejésed") desde lo Alto y desde cada quien, en una oportunidad nueva para enmendar y endulzar con conductas dignas, para caminar por los preciosos caminos de Hashém. Verá, quien se esfuerce en comprender, todo lo dicho como si fuera referido sólo a "Nóaj hijo de Lémej" ("nóaj ben lémej" = 200) y a su generación, como si respecto de él mismo estuviéramos hablando, respecto de esa conciencia urgente de que como y a dónde sea que vayas, (Bereshit-Gen. 30,6) "me juzga E-lokím" ("danáni E-lokím"), y no hay otro temor o miedo digno de ser sentido por el hombre más que éste, que te conducirá con limpieza, rectitud e integridad hacia la verdadera redención.




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