יום רביעי, 12 באוגוסט 2015

reEh, aliah de jueves, Hod en la semana

reEh, aliah de jueves, Hod en la semana. Devarim-Deut. 14,27: "Y el levita que está en (dentro de) tus portones, no lo abandonarás, porque no tiene parte y parcela contigo".
¿Quién es el que está dentro de tus portones, léase en el ámbito de tu responsabilidad? Como dejan claro las 14 apariciones de esta expresión en la Torah, se trata de aquél que visita tu mesa por derecho (como está escrito: tú y tu hijo y tu hija tu siervo y tu concubina y tu bestia y tu prosélito que están en tus puertas; y en otros lados, también el pobre y el menesteroso, el huérfano y la viuda): aquél que, por disposición de lo Alto, depende de tí su sustento. Porque el sustento del hombre llega de Hashém, mas generalmente no por un camino directo y sin escalas a su destino en la tierra, sino por intermedio del entramado de mitsvót-preceptos y leyes que rigen sobre todos, conducentes a hacer tsedakáh (caridad que es expresión de justicia) y buen juicio en todos nuestros caminos.
El leví es un servidor público, y está impedido de poseer bienes inmuebles, puesto que no le corresponde porción alguna de tierra. Desde una certera visión jasídica, también el necesitado y todo quien se halla sumido en aflicción, son traídos a tí a modo de oportunidad, para que adquieras el mérito de rescatarlos, de ponerlos de pie, de devolverlos a la vida. Es fácil comprender que de lo Alto proviene el presupuesto de su sustento, puesto que de lo Alto recibiste la mitsvah de ser vehículo y conducto de su economía. No de tí esperará él la salvación sino sólo de Hashém, y especialmente a través de tí responderá Hashém dándole pan. Ese es el modo natural en que la felicidad debiera hacerse frecuente.
Mas el hombre tiende a olvidar su rol en el mundo. El gobernante olvida que es un delegado del pueblo, el líder se deja tentar fácilmente por la oportunidad de convertirse en déspota, el rico aleja de su corazón el hecho de que su riqueza no es más que un depósito recibido para obrar piadosamente entre sus portones. Y entonces, ¿qué sucederá si no te esmeras en cumplir aquéllo de "y al levita que está en (dentro de) tus portones no lo abandonarás, porque no tiene parte y parcela contigo"? El valor 2220 del verso completo revela que advendrán la estrechez y la pena a ablandar los corazones frente al sufrimiento del prójimo, (Devarim-Deut. 1,45) "y os sentaréis y lloraréis frente a Hashém, y no atendió-atenderá Hashém a vuestra voz, y no inclinó-inclinará su oído a vosotros" ("vateshvú vatibkú lifnei Hashém, veló shamá' Hashém bekoljém, veló heEzín Eleijém"). Y entonces el pueblo se yergue, vacilante y deprimido, dividido frente al enemigo que juega con él a su antojo. Toda similitud entre lo que decimos y la realidad que hoy mismo vivimos, no es en absoluto casual. Y los mismos conceptos son aplicables a la dimensión particular-individual, como a la de la sociedad, el estado, la nación.
Como el levita, así el pobre y el menesteroso, así la viuda y el huérfano y el converso u inmigrante. "Y el levita que está en tus portones" ("vehaleví Ashér beshe'aréja" = 1160) no es sino el reflejo de divinidad en luz amable, entregado en el cuenco de tus manos a modo de (Shemot-Ex. 17,6) "HeMe parado ante tí, allá sobre la roca" ("hinení 'oméd lefanéja sham 'al hatsúr"); una herramienta sublime para endulzar los apetitos de tu instinto por medio de la entrega, del hacer fluir tu solidaridad amable a tu prójimo, por vía de quien te harás merecedor con justicia de la promesa de Hashém que te confortará (Prov. 29,17) "y dará delicias a tu alma" ("vaitén ma'adanim lenafsheja"). Ida y vuelta constantes y simultáneas, en una ruta de doble vía que te admitirá sólo en tanto viajero de ambas direcciones a la vez.
Porque si quitarás importancia al sustento del levita y "lo abandonarás" ("ta'azvénu" = 535), (Ec. 12,14) "el E-lokím traerá a juicio" ("haE-lokím iaví bemishpát"), (Sam.1 25,29) "y se levantará (un) hombre a perseguirte" ("vaiakóm Adám lerodfejá"). Y eso no será como un castigo sino a modo de reparación. Porque tú necesitas una cirugía que extirpe el corazón de piedra y vuelva a implantar en tu pecho un corazón de carne palpitante, y ello podía ocurrir por caminos naturales (así como enfermedades duras son curables por medio de modificaciones en la alimentación, etc., y si no, entonces por medio de técnicas invasivas y dolorosas y agotadoras), por vía de actos tuyos de endulzamiento, de blandura amable; y si no, entonces por vía de diním-rigores, de sentencias y pruebas duras, hasta que percibas en el corazón que te urge elevarte hasta un "amor sin condición" ("Ahaváh leló tnáI") que llena todo el amor posible en el nombre completo -en milúi- de sus letras "Alef hé beit hé" (como está detallado en la versión en hebreo de esta meditación), desde el cual se expandirá la redención luminosa.
Y es así porque no son iguales el tikún-enmienda de uno y el de su prójimo, y tú recibiste lo necesario para tí y para él, porque tu propio tikún pasa por brindarle a él lo suyo con amor, "porque no tiene parte y parcela contigo" ("ki Ein ló jélek venajaláh 'imáj" = 494); y no es realmente de tí que recibe, y no está librado a tu arbitrio cobrar o morder impuesto u comisión alguna por el depósito que recibiste para transferirle, y las puertas del Firmamento están abiertas ante él (Devarim-Deut. 15,9) "Y clamará acerca de tí a Hashém" ("vekará 'aléja El Hashém"), y su plegaria será recibida con misericordia.
Por consiguiente, "no lo abandonarás, porque no tiene parte y parcela contigo" ("ló ta'azvénu ki Ein ló jélek unajaláh 'imáj" = 1060), y lo recibirás desde la conciencia de que es tu hermano (Bereshit-Gen. 2,23) "y carne de mi carne" ("ubasár mibsarí"). El camino de Hashém es hacer tsedakáh y juicio justo. Y si en este sentido, siguiendo su camino, se rectificó (Jos. 24,31) "y trabajó-hizo culto Israel a Hashém" ("vaia'avód israEl Et Hashém"), entonces desde lo Alto advendrán salvación y victoria frente al enemigo todo, y la shejináh (la presencia revelada de Hashém) retornará de su exilio, (Crón.2 29,25) "y dispondrá a los levitas en el Templo de Hashém" ("vaia'améd Et haleviím beit Hashém"), sea Su Voluntad que muy pronto en los días de nosotros, en los días que nosotros hacemos, Amén.



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