יום ראשון, 26 ביולי 2015

vaEtjanán, aliah de lunes, Guevurah en la semana

vaEtjanán, aliah de lunes, Guevurah en la semana. Devarim-Deut. 4,9: "Sólo cuídate, y cuida tu alma mucho, no sea que olvides las cosas que vieron tus ojos, y no sea que se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; y los anunciarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos".
La instrucción de Moshéh a cada hijo de israEl para todas las generaciones, es clara: cuida y vigila siempre la impronta divina que portas, para ser completo; y cuida tu alma. Y el modo de lograrlo parte de no olvidar nunca cuanto se revela a tus ojos en cada generación, y especialmente en las generaciones paradigmáticas de nuestros ancestros; e iluminar siempre presentes en el corazón todos los mandatos de Hashém en Su torah, y legar este tesoro sagrado generación a generación, en términos de que cada quien tiene responsabilidad sobre las dos primeras generaciones que le siguen. Mas el contenido específico de esta guardia y cuidado y de este legado, se reserva de nuestra vista en apariencia. 
"Sólo cuídate, y cuida tu alma mucho" ("rák hishamér lejá ushmór nafshejá meOd" = 1936), (Jos. 1.8) "con el propósito de que guardes-cuides para hacer" ("lemá'an tishmór la'asót"), cuando el esqueleto de la propia enmienda, individual y colectiva, se apoya en la acción, en el hacer, para la cual la abstención y la contención ordenada en 365 mitsvót representa sólo un conducto, un puente, un eje a cuyo largo edificarse el hombre y la sociedad.
Más en detalle, la definición del "cuidado" esencial para el hombre está grabada en su corazón desde antes de su nacimiento, palabras de E-lokím que conducen el hálito vital a su través; y ésto hallará bella expresión en el hecho de que "cuídate" ("hishamér lejá" = 595) alude a que (Devarim-Deut. 2,2) "y Dijo Hashém a mí para decir-hacer" ("vaióMer Hashém Elái leEmór"): Hashém habló y me dijo a mí cosas, y sólo para que yo las exprese a mi vez, para decir, o sea para que las realice en este mundo; y para ello me presupuestó una vida, como en las palabras sagradas (Nej. 2,6): "y Daré-le tiempo" ("vaEtnáh ló zmán").
Moshéh explica aún más, y utiliza una parábola: "y cuida tu alma mucho" ("ushmór nafshejá meOd" = 1041) enseña que la mayoría de los errores del hombre provienen de una visión distorsionada de la realidad -de lo que hay en presente-, que destaca lo que desea ver y oculta lo que no se compadece con su definición previa de lo visto. Como dice Reish Lakish en la guemará (Sotá 3a): Un hombre no comete un pecado salvo que entre en él espíritu de necedad -hasta aquí. A modo de ejemplo acude el malvado brujo Bilám, que no es capaz de ver lo que su mula ve (Bamidbar-Num. 22,23): "y abatió Bilám a la mula" ("vaiáj bil'ám Et haAtón"); y en seguida, de facto, el ángel que se revela ante él y le resuelve el enigma: (Bamidbar-Num. 22,32) "Héme que salí a entorpecer" ("hineh Anojí iatsáTi lesatán"), y tú te condujiste tontamente, porque simplemente no viste.
Hay dos obstáculos en el camino hacia el tikún-enmienda más completo a que puedes arribar. El primero, "no sea que olvides las cosas que vieron tus ojos" ("pen tishkáj Et hadvarím Ashér raU 'einéja" = 2388), (Shemot-Ex. 26,30) "(a) el Mishkán-Templo de acuerdo a su ley tal como lo mostraste" ("Et hamishkán kemishpató Ashér herÉta"), no como lo viste sino como lo mostraste, como lo exhibiste, porque desde tu interior, desde lo grabado en las paredes de tu corazón, se reveló lo que se vio, que debes asegurarte por toda vía de no olvidar, puesto que a su través se cumple la promesa de shalóm en que (Cantar 8,3) "su izquierda bajo mi cabeza, y Su derecha me abrazará" ("smoló tajat roshí veieminó tejabkéni").
El segundo obstáculo tiene que ver con la fuente de la visión que vimos en el primero; ésto es, que se relaciona directamente con lo grabado en el corazón, con la conciencia profunda de tí, que verán tus ojos aptos para verla, para determinar normas de conducta. 
"Y no sea que se aparten de tu corazón todos los días de tu vida" ("upén iasúru milvavjá kol ieméi jaiéja" = 670), señala qué es lo que está prohibido que se aparte de tu corazón jamás: la (Samuel2 7,7) "casa de cedros" ("beit Arazím", que refiere al Beit Hamikdásh, el Templo de Ierushaláim, justamente en la faz del esfuerzo que requiere su construcción); (Bereshit-Gen. 33,11) "pues me agració E-lokím, y porque tengo todo" ("ki janáni E-lokím veji iésh lí kól"), pues solamente los pequeños de fe (ktanéi Amanah en lenguaje de la guemará, y aclara Rash"i que son aquellos que contando hoy con alimento suficiente para el día, se preocupan por mañana) van a hallar difícil ver que de la Piedad de lo Alto reciben su alimento, y que en todo momento dado tienen cuanto necesitan (que no forzosamente coincide con lo que quieren); y aún (Tehilim 55,15) "y endulzaremos (el-un) secreto" ("venamtík sod"), que no requiere explicación. Y entonces la fórmula para asegurarnos que no fracasaremos nunca en el cometido, en las palabras del profeta (Ez. 3,10): "Toma en tu corazón y con tus oídos atiende" ("kaj bilbavjá ubeOznéja shmá'"), y atiende a lo que reside desde siempre en tu corazón, y merecerás ser considerado desde el firmamento (Cantar 2,14) "mi paloma en los resquicios de la roca" ("ionatí bejagvéi haséla'"), un alma pura de lo Alto que enmienda con amor puro aquí en lo bajo.


Al final, no hay fin. Porque el objetivo primordial de todo el proceso es legar hacia delante, abundar en luces para obtener una generación nueva mejor que nosotros, más próxima que nosotros, más focalizada en la verdad que nosotros. "Y los anunciarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos" ("vehoda'tám levanéja velivnéi banéja" = 823), (Bereshit-Gen. 24,60) "y heredará tu descendencia" ("vairásh zar'ajá"), (Bamidbar-Num. 15,40) "para que evoquéis" ("lemá'an tizkerú") y activéis en vuestras vidas la "luz de la Toráh" ("Or hatoráh") que se revela en "letras" ("Otiót") que tú estudias para (Devarim-Deut. 30,20) "atender a Su Voz y apegarte en El, porque El (es) tus vidas" ("lishmó'a bekoló uledovkáh bó, ki hú jaíeja"); y si lo logras, de por sí (Tehilim 91,10) "no acaecerá a tí (ningún) mal" ("ló teUnéh Eléja ra'áh"), puesto que te cuentas entre los constructores de la casa de cedros, de los invocadores del Mishkán y del oficio sagrado que albergó, y tú y tu hogar, y todo aquél a quien bendigas, serás siempre en Bien.

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