יום רביעי, 29 ביולי 2015

vaEtjanán, aliah de jueves, Hod en la semana

vaEtjanán, aliah de jueves, Hod en la semana. Devarim-Deut. 5,21: "Y diréis: puesto que nos mostró Hashém nuestro E-lokím Su Honor y Su Grandeza, y a Su Voz atendimos desde dentro del fuego, el día éste vimos que hablará E-lokím al hombre, y vivirá".
Puesto que vimos el honor de Hashém y Su grandeza, y hasta Su voz oímos, y encima desde dentro del fuego...  de veras: no habríamos aceptado desde un inicio, si hubiésemos intuido que sería así de pavoroso. Y no sólo eso, sino que ni bien comenzó la revelación portentosa, te pedimos a tí, Moshéh, que recibieras tú la palabra de Hashém y nos la transmitieras-tradujeras a nosotros. Y aún, por cuanto oímos y vimos siquiera por un instante, alcanzamos a saber que existe la posibilidad de percibir divinidad, y continuar con vida. De modo que preguntamos: ¿qué es realmente lo que vivenciamos, que nos llevó a sacar tal conclusión?
Para empezar, "y diréis: puesto que nos mostró Hashém nuestro E-lokím" ("vatomrú hen herAnu Hashém E-lokeinu" = 1098). ¿Qué nos mostró Hashém en su misericordia infinita, para conducir nuestras conciencias a tornarse hábiles de Toráh, que es sabiduría de lo Alto? El sueño de la unidad eterna del pueblo, descripta en términos de (Bereshit-Gen. 11,6) "son pueblo uno, e idioma uno para todos" ("hen 'am Ejad vesafáh Aját lekulám"), y entonces cada quien comprende a los demás. Nos mostró que cuando nos asentemos con seguridad en nuestra tierra, (Bereshit-Gen. 48,4) "HéMe te reproduzco y te multiplico" ("hinéni mafrejá vehirbitíja"), (Shemot-Ex. 4,15) "y enseñaré a vosotros" ("vehoréiti Etjém") la Toráh, y al tiempo que os enseñaré, (Jos. 23,3) "y vosotros veréis-visteis" ("veAtém reItém") más allá de lo que les será exhibido, puesto que habréis aprendido a extrapolar y derivar a partir de lo que sabéis hasta que se revela a vosotros la (al decir de Rába en la guemará Iomá 28b) "Torah oral" ("torah shebe'alpéh", de transmisión por boca). Un enorme tesoro de herramientas necesarias para el camino, desde el inicio mismo de la revelación.
Nos mostró "Su Honor y Su Grandeza" ("Et kvodó veEt godló" = 883), para enseñarnos la perentoriedad de la claudicación personal frente a la verdad de Hashém, como está escrito: [Prov. 20,24] "de Hashém los pasos del varón; y el hombre, ¿qué entenderá (de) su camino?". Para reforzar lo dicho, cuando "nos mostró Hashém nuestro E-lokím Su Honor y Su Grandeza" ("herAnu Hashém E-lokeinu Et kvodó veEt godló" = 1273), nos reveló [Job 34,21]  "que Sus ojos (están) sobre los caminos del hombre, y todos sus pasos Verá, y no hay refugio de ante Hashém".
Y no sólo vimos, sino que también "y a Su voz atendimos-oímos" ("veEt koló shamá'nu" = 1009), para reforzar en nosotros la irAh, el temor numinoso de lo Alto, desde la conciencia de que [Prov. 21,30] "no hay sabiduría y no hay comprensión y no hay consejo (que valga) frente a Hashém". Por medio de las voces que atendimos, fuimos preparados para (Bamidbar-Num. 8,11) "trabajar la labor de (que nos encomienda) Hashém" ("la'avód Et 'avodát Hashém"), desde su decirnos con sencillez que (Bamidbar-Num. 22,38) "he que He venido a tí ahora" ("hineh baTi Eléja 'atáh"), y entonces, no importa cuánto te has preparado para este instante o cómo te sientes ahora, si te duele la cabeza o justo tienes turno con el dentista: ahora, He venido a tí. Este instante es el decisivo, y toda excusa que halles para postergar la definición significará meramente una oportunidad perdida para siempre. Un principio importante para poner en el corazón, para la vida del individuo y de la colectividad. Y la voz la escuchamos desde el nombre E-lokím, que representa a la Guevurah, el juicio y el rigor, que se endulzó con Jesed-Piedad hacia nosotros. "Desde dentro del fuego" ("mitój haEsh" = 772), enseña acerca de la finalidad trascendental de todo el evento, de parte de Hashém: concertar y dar vigor a un (Reyes1 15,19) "pacto entre Mí y (entre) tú" ("brít beiní ubeinéja"), en singular de ambos lados, para señalar nuevamente la unidad del pueblo condicionando la vigencia plena del pacto sublime de la enmienda del mundo, de tu constituirte en conducto de fluido vital y Luz a toda la creación para conducirla a su redención.
De modo que, para empezar, se reveló ante nosotros la visión ideal: la unidad del pueblo, su multiplicación demográfica, la revelación de la Toráh (la oral, puesto que la escrita ya está revelada), y el despertar de nuestros ojos que serán capaces de ver lo que adviene; otro modo de decir que comprenderemos plenamente la causalidad, o sea que lo entenderemos todo. Luego, vimos que Hashém nos conduce con su Toráh por caminos incomprensibles para nosotros, y que Hashém supervisa y vigila todos los caminos del hombre. Entonces advertimos que todo el objeto de recibir la Toráh es que trabajemos con ella, que la traduzcamos de letra escrita en acción. Ello nos habilitó a captar la importancia de la ocasión: hay un momento propicio para cada cosa, y en el instante en que se revela la oportunidad de enmendar en modo alguno lo que hay, hay que actuar con determinación. Y sobre todo ello se erige un pacto sagrado y sublime, entre el Creador del mundo e Israel, entre el Creador del mundo y tú mismo, conducto de Su reinado sobre la creación toda.
Resultado de todo lo previo, baruj Hashém, "el día éste vimos que hablará E-lokím al hombre, y vivirá" ("haióm hazeh raInu ki idabér E-lokím Et haAdam vajái" = 1152). Medida frente a medida en simetría perfecta, todo con el mismo valor. El hombre escucha directamente la Voz infinita del Creador, y vive, continúa vivo, y ésto ocurre porque él se dirigió al Creador antes, con su propia voz; (Bereshit-Gen. 18,27) "y dijo-dirá: he aquí que ahora comencé a hablar a Hashém" ("vaióMer hineh ná hoAlti ledabér El Hashém"): quien no oye, ya de antes no hablaba; quien siente que no recibe lo que le corresponde, ya de antes no da lo que es digno que dé. Y provisto que ha visto lo infinito, ¿por qué medio continuará con vida? Sólo por medio de la (Bereshit-Gen. 49,25) "bendición del Firmamento de lo Alto" ("birkát shamáim me'ál"), de Hashém mismo que nos ha revelado ya que nos conduce por caminos que nos son inasequibles.
El meollo de la cuestión es "que hablará E-lokím al hombre, y vivirá" ("ki idabér E-lokím Et haAdám vajái" = 807), la maravilla incomprensible, que ocurre como consecuencia del camino que el hombre ha elegido para sí, (Bereshit-Gen. 6,2) "de todo lo que han elegido" ("mikól Ashér bajáru"). Lo maravilloso es que E-lokím todo el tiempo habla al hombre, y el hombre lo advertirá y sentirá sólo tras haberse esforzado en adoptar las cualidades del Creador, en sintonizar la transmisión en su equipo receptor. Y logrará entonces recibir la palabra de Hashém, y vive, y la llevará en sí.
O podemos también comprenderlo así: después de todo lo que se nos reveló más arriba en relación al Honor y la Grandeza de Hashém, y Su voz que nos hizo oir desde dentro del fuego, adquirimos la humildad necesaria para comprender "que Hablará E-lokím al hombre, y vive". E-lokím, el mismo nombre que creó el mundo diciendo -y lo que decía se constituía-, medabér, habla al hombre. Medabér, de la raíz de davár, que es tanto la palabra como la cosa. E-lokím, el que crea con la palabra (ese es el secreto de Abrá-caAdabrá, "crearé por medio de que hablaré" en arameo), medabér, o sea constituye al hombre con su palabra, y a partir de ello, el hombre vive. Por ello declaramos todos los días en la plegaria que El renueva en Su bondad todos los días la creación original; y en cada re-creación todo puede cambiar, pues la salvación de Hashém es como un pestañeo ("ieshu'át Hashém kehéref 'ain"). Sólo nos toca hacernos hábiles de ello.


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