יום רביעי, 15 ביולי 2015

Matót, aliah del jueves, Hod en la semana

Matót, aliah del jueves, Hod en la semana. Bamidbar-Num. 31,53: "Los hombres de la milicia, saquearon cada quien para sí".
En la guerra contra Midián, los hombres de guerra hallaron variado botín, a más de los rehenes y rebaños y vacunos y burros, a los principios de cuyo reparto nos referimos ayer. A ellos tocó devastar las moradas del enemigo y tomaron la riqueza que hallaron, especialmente el oro y las joyas de las mujeres (justamente las joyas de las midianitas, que se decoraron con ellas para derrumbar a los hijos de Israel). A la hora del balance, llegan ante Moshéh los oficiales (los comandantes de cientos y los comandantes de miles), y traen el oro y las joyas que había en su poder, la porción privada de ellos en el botín, como ofrenda para Hashém. El Ramba"n (Najmánides) explica lo que sucede: los comandantes son concientes del milagro y la enorme salvación que hizo para con ellos Hashém, de modo que ninguno de sus hombres recibió ni la más ínfima herida o daño en la batalla; y desde una conciencia recta de la responsabilidad que les cabe por sus hombres, sintieron que el milagro general fue, en cierto modo, para ellos en particular. Como hemos explicado hace poco, el líder se conduce desde la cualidad de un alma colectiva, que incluye a las almas de todos sus liderados; y entonces, ellos traen sus porciones particulares del botín a modo de expiación, de pago por la vida salvada, de todos sus subordinados. Y es necesario ampliar mucho la visión para comprender la profundidad de lo dicho.
Y entonces, llega el turno de los soldados individuales, los guerreros que no son responsables por otros, que salen a la guerra con entrega, bajo las órdenes de sus comandantes. En ellos está bien, lo que en sus comandantes está mal. La expiación por su vida fue pagada ya de las porciones individuales de los comandantes, y entonces, se revela nuestro verso: "Los hombres de la milicia, saquearon cada quien para sí". El valor 828 del verso completo nos señalará la justicia de lo hecho, en el cumplimiento inocente de la enseñanza que ordena (Devarim-Deut. 26,11) "y te alegrarás con todo lo bueno" ("vesamájta bejól hatóv") que acude a tus manos, y que se ve de suyo en el marco de lo permitido; y ésta es "índole de Mashíaj" ("bejinát mashíaj") que desgranará en palabras la cifra (Bamidbar-Num. 31,38) "dos y setenta" ("shnáim veshiv'ím"), 72, el valor de (Sam.1 14,36) "todo lo bueno" ("kól hatóv"), de (Bereshit-Gen. 24,12) "piedad-amor" ("jésed") en realización plena. 


Parece servir ante nosotros el estudio de hoy, listo y dispuesto, otro importante fundamento para la institución del liderazgo. La responsabilidad del líder sobre su público no tiene límite: no sólo que tiene prohibido el líder enriquecerse por beneficio de sus potestades, sino que incluso su propio peculio y riqueza individual, y todos los órdenes de su vida, están comprometidos en su misión pública, hasta el punto que de su propia parte del botín -de todo botín- expiará por el colectivo. No así el soldado, el ciudadano común, el obrero, agricultor o comerciante; ellos "saquearon cada quien para sí" ("bazazú Ish ló" = 369), "con amor y (buena) voluntad" ("beAhavah uberatsón", como decimos cada semana en nuestras plegarias de shabát), desde una fe íntegra en cuanto (Bereshit-Gen. 2,18) "y dirá Hashém E-lokím" ("vaióMer Hashém E-lokím"), y será. Sólo desde el carácter correcto ante Hashém de lo realizado, sólo con amor, sólo desde la alegría de todos y cada quien, que viene a incidir de modo determinante para el bien común.

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