יום שבת, 20 ביוני 2015

Jukat, aliah de domingo, Jesed en la semana

Jukat, aliah de domingo, Jesed en la semana. Bamidbar-Num. 19,11: "El que toca en un muerto de toda alma humana, (y) estará tamé (contaminado de impureza) siete días". 
Dice rabí Iehudah en el Zohar Bereshit: Cuando pecó Adám, atrajo sobre sí fuerza de tumAh (el opuesto a la "taharáh", que es pureza), y contaminó de tumAh a sí mismo y a todos los que vienen al mundo. Y eso es el najásh (serpiente) malvado, que es tamé y volvió tamé al mundo. Como estudiamos: cuando el ángel de la muerte quita almas de los hijos del hombre, queda de ellos un cuerpo tamé, que hace tamé la casa y hace tamé a todos los que se le aproximan -hasta aquí sus palabras sagradas. La tumAh es una fuerza contraria a la fuerza de la vida, y siendo que salió a escena por la grieta que abrió el pecado en el desarrollo de la obra, así también es siempre revelación del lado malo, de la oscuridad contra la luz, y de la muerte contra la vida. Y nuestra labor consiste en endulzarlo todo, elevarlo todo. "El que toca en un muerto de toda alma humana" ("hanogué'a bemét bejól néfesh Adám" = 1125) es separado, aislado de su posición en la congregación, y desciende para purificarse, para atraer vitalidad nueva y pura que anule las fuerzas que se oponen a la fuerza de que se ha investido. Y respecto de él, dice el rey del mundo (Cantar 6,11) "al jardín de la nuez descendí" ("El guinát Egóz iarádti"): desciende, como si fuera, Hashém a ver los retoños del río, a ver si floreció la vid, si brotaron las granadas; y El desciende al "jardín de la nuez" ("guinát Egóz" = 470), a (Reyes1 1,39) "el rey Shlomóh-Salomón" ("hamélej shlomóh", que escribió-codificó el propio Cantar de los Cantares), que sella su obra de modo enigmático diciendo de boca de Hashém que descendió hasta él, recibió su canto, en el que Hashém ilumina su rostro revelándose en todos los mundos que se yerguen en canto: [Tehilim 148,2] "alabadle todos sus ángeles, alabadle todas sus milicias", pues todo lugar en que la luz de lo Alto se posa, ha de despertar de él de inmediato luz de gratitud que retorna a su matriz. Y ésta es la índole del tiempo que toma la purificación de quien está tamé (igual a lo que sucede cuando alguien se purifica en las aguas de la mikveh, que debe descender hasta ellas peldaño tras peldaño): la tumAh tapona sus recipientes de luz e impide el acceso a él del fluido sagrado, y él atraviesa un proceso de limpieza y depuración de sus conductos espirituales para retornar a una vida digna de su nombre en plenitud. Hacia el jardín de la nuez promete Hashém que descenderá, al lugar en que le alabarán en gratitud y reconocimiento, en el que se aferran a la vida, reconocen que reciben puesto que dan, reciben para poder compartir e impartir de lo que reciben.
¿Qué sentido tienen esos siete días en que -así se considera- rige sobre él su tumAh? "Y estará tamé siete días" ("vetamé shiv'át iamím" = 928) señala una limitación por precaución: que la sacralidad no se vea dañada por el contacto con la tumAh; y esta explicación se conecta con otras expresiones del mismo fundamento: la limitación de la libertad del hombre por medio de conectarlo y hacerlo solidario, interdependiente con otros, empezando desde la mitsváh-precepto de (Shemot-Ex. 20,11) "honra a tu padre y a tu madre" ("kavéd Et Avíja veEt Iméja"); la limitación de su apetito a lo que sea, porque en dotación exagerada también lo bueno se vuelve malo, tal como comprendemos de las palabras también de Shlomóh (Prov. 25,16) "miel hallaste, come lo suficiente para tí" ("dvásh matsáTa Ejól daiéka") y no más (y se completa el verso: no sea cosa que te hartes de ella y la vomites); en el mismo contexto, la limitación del mundo nuestro y la acumulación de agua para él fuera de él en el acto mismo de la creación, como está escrito (Bereshit-Gen. 1,6) "sea cielo dentro de las aguas" ("iehí rakí'a betój hamáim"); la limitación incluso de la misericordia divina insinuada en las palabras de la lamentación (Lam. 2,21) "hiciste matanza, no te apiadaste" ("tavájta ló jamálta"). Así, la promesa luego del apartamiento del impuro (que estuvo tamé y aislado de la congregación por siete días) será de endulzamiento, como está escrito (Sam.1 30,12) "y retornará su espíritu" ("vatáshov rujó"), del mismo modo en que retornará el alma del hombre a su cuerpo cada día (y nosotros agradecemos "que devolviste en mí mi alma", cada día al despertar), e incluso tal como será si lo merecemos, con ayuda de Hashém, que retornará tu alma a tí a la hora de la resurrección de los muertos. Así exactamente tal como hallamos en Adám, el primer hombre, el contacto con la tumAh limita, y las limitaciones que él provoca permanecen, en traducción perfecta a todas las limitaciones que penden sobre nosotros, grabadas en nuestro destino.
¿Quién es el hombre deseoso de vida, que ama los días para ver bien? ¿Quién es el que se aisla de toda tumAh, y aún más, se hace experto en pureza? Aisla tu lengua del mal y tus labios de hablar mentira, responde el salmista. "El que toca en un muerto de toda alma humana, (y) estará tamé (contaminado de impureza) siete días" -nuestro verso entero, con valor 2053-, y agrega aún David para elevar hasta lo más Alto en Jésed-piedad sublime, en endulzamiento perfecto la alegría del tamé cuando completa su purificación: [Tehilim 34,15] "aíslate del mal y haz bien, pide shalóm y persíguelo". Hacer bien de modo completo y perfecto requiere que empieces por aislarte del mal, y aún desde dentro del mal, haz bien siempre, porque el shalóm es un desafío tan imponente y sublime que no basta con pedirlo: es necesario también perseguirlo con todo el corazón, y con todas nuestras herramientas, facultades y habilidades para la acción.

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